ESTANCIA "LA GUITARRA"
Una historia de amor DIGNA DE CONTAR Y UNA OFRENDA DE AMOR DIGNA DE VER
En la Localidad de General Lavalle, Provincia de Córdoba, se puede ver desde un avión una arboleda de
cipreses y eucaliptos que dibujan una gigantesca guitarra, de un kilómetro de largo aproximadamente, con
un total de 7000 árboles, obra de Pedro Martín Ureta, un productor agropecuario de que ahora tiene 70 años.
Pero detrás de esta impresionante obra de arte, hay una impresionante historia de amor; y la inspiradora
de esa historia, es su difunta esposa, Graciela Yraizoz, quien murió en 1977 a los 25 años.
Es increíble ver un diseño, tan hermosamente creado. Ureta, de una familia estanciera con raíces cordobesas
fue un bohemio en su juventud. Viajó a Esuropa y se codeó con artistas y revolucionarios. Tras volver al país
a fines de los años 60, a los 28 años, fue cautivado por Graciela, quien apenas tenía 17 años.
El párroco local casi se niega a celebrar la boda -recuerda Ureta-, ya que no creía que el estanciero estaba
lo suficientemente comprometido para amar a Graciela "todos los días" de su vida. Pero Ureta demostró ser
extraordinariamente devoto a su esposa, cuentan sus amigos e hijos. LA unión fue feliz, aunque breve.
"Ella era muy emprendedora, vivía haciendo cosas" -dice Soledad (38)- uno de los cuatro hijos del matrimonio.
"Ella vendía ropa y le ayudó a progresar a mi papá".
Un día durante un vuelo sobre la llanura pampeana, Graciela divisó un campo que, por obra de una peculiaridad topográfica, desde el aire parecía un balde, cuentan sus hijos. Fue entonces cuando ella comenzó a pensar en diseñar la propia finca de la familia con la forma de una guitarra, un instrumento que adoraba.
"Mi padre era muy joven, y estaba ocupado con su trabajo y sus propios planes" -dice su hijo menor Ezequiel, de 36 años-."Él decía, después hablamos". Graciela, sin embargo, no tenía mucho tiempo para esperar.
Un día en 1977 se desmayó. Había sufrido una aneurisma cerebral, un debilitamiento en la pared de un vaso
sanguíneo que terminó por explotar. Murió poco después, mientras llevaba en el vientre a quien hubiera sido
el quinto hijo de la pareja.
Hoy: Ureta dice que la muerte de su esposa orientó su vida en una dirección más filosófica: se retrajo un
poco, leyó sobre el budismo y no dejó de recordarla.
Unos años después de la muerte de Graciela, Ureta decidió cumplir con sus deseos acerca del diseño de la estancia.
Como los paisajistas con los que consultó estaban predeciblemente desconcertados, se hizo cargo del trabajo.
La mayor parte de la guitarra, es decir, el cuerpo y la boca en forma de estrella, está hecha de cipreses.
Ureta plantó seis fila de eucaliptos para que hicieran de cuerdas, cuyo tono azulado ofrecía un bello contraste
desde la altura.
Plantar la guitarra fue un trabajo de toda la familia, y hacer que los jóvenes árboles crecieran fue una dedicada tarea, difícil. Las liebres y los cuises destruían las frágiles plantas. "Es una zona semiárida y hay vientos fuertes y sequías" -dice el estanciero-. "Tuve que sembrar y resembrar yc asi abandoné el proyecto".
Fianlmente, Ureta tuvo una feliz idea: Puso algunos metales de desecho y mangas protectoras en torno a los jóvenes árboles.
María Julia, la hija de 39 años, dice que cuando los árboles finalmente comenzaron a crecer tuvo la sensación de que su madre había vuelto a vivir. Mientras se ocupaba de los árboles, Ureta estaba criando a cuatro hijos. Todos los días, manejaba 15 km en su camioneta para llevarlos a la escuela. Cuando la pickup se atascaba en el barro durante la temporada de lluvias, usaba un caballo para sacarla.
Hoy, el hijo mayor, Ignacio, de 42 años es ingeniero; María Julia es representante farmacéutica; Soledad es profesora de educación especial y Ezequiel es veterinario; tiene nueve nietos.
Ureta esperó largo tiempo después de la muerte de Graciela para entablar una nueva relación seira, dicen sus hijos.
En los 90, empezó a salir con María de los Ángeles Ponzi, que esta a cargo de la farmacia del pueblo.
No han contraído matrimonio, pero tienen una hija de 11 años, Manuela. María dice que aprecia la belleza del tributo a la primera esposa de su pareja.
Ureta nunca ha visto la gran guitarra desde el cielo, excepto en fotos. Teme volar, prefiera imaginarla; después de todo lo importante es que la siente como su ofrenda de amor.
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