Caso Tomás
“Cuello miente, ese día no
estuve con él ni tampoco le debo plata”
24/11/11
Lo dijo Walter “Lechuza” Barbieri, a quien el ex padrastro, según declaró a la Justicia, había ido a ver a la hora del asesinato.
PorCandelaria
Schamun
Lincoln. Enviada Especial
Lincoln. Enviada Especial
El martes 15, cuando Tomás desapareció, la Policía le tomó declaración a María Inés. Según su abogado Marcelo Tuñón, a las 17 de ese día Adalberto la llamó desde la comisaría de Lincoln, donde estaba demorado, y le dijo exactamente lo que le tenía que decir a la Policía. Ella por miedo le hizo caso. Pero el lunes pasado Márquez se presentó de manera espontánea y se rectificó en los tribunales de Junín. Declaró que no había estado con su pareja.
El martes de la muerte, “Lechuza” se despertó a las seis de la mañana. Tomó unos mates y se fue a trabajar a la obra. A las 11.45 terminó su tarea y se fue a su casa. Almorzó y durmió una siesta. A las 14.30 se despertó y volvió a la obra. Se enteró mientras trabajaba que Tomás había desaparecido.
“Fue mi martes 13 o mi martes maldito. Tengo un hijo de la edad de Tomás. Que este tipo me haya mencionado me arruinó la vida. La semana anterior a que pase todo le compré una máquina mezcladora al tío de Cuello. Se la pagué en ahí mismo”, dice Walter, y llora.
Ese día, mientras Walter estaba en la obra, Cuello le contaba a la policía lo que había hecho ese mediodía. “Lechuza” supo que su nombre figuraba en el expediente cuando un patrullero lo fue a buscar a su casa. “Ahí empezó la pesadilla. Me sentaron en un cuarto y me dijeron que cuente qué había hecho ese día. Y conté. Me llamaron dos veces más y conté lo mismo porque no tengo nada que esconder”, agrega.
Desde que encontraron a Tomás, debajo de un árbol de moras en un campito en las afueras de Lincoln, Barbieri tiene miedo de estar solo. El lunes pasado estaba arreglando el baño en lo de una señora. La mujer había salido a hacer unos mandados y cuando Barbieri se dio cuenta que estaba solo empezó a llorar y fue a buscar a la dueña de casa.
Ahora cuando llega del trabajo se encierra en su baño, se sienta en el inodoro y se agarra la cara –como lo está haciendo ahora– y llora. “No me puedo conectar con el trabajo. Y me da vergüenza ir a comprar los materiales, por eso les pido a mis compañeros que vayan hasta el corralón. Trabajé un tiempo con Cuello, con el padre y con el tío. Todos son albañiles”.
Barbieri dice que tiene miedo que lo increpen en la calle o que le hagan algo a su hijo. Vive una pesadilla. Todo porque a Cuello se le ocurrió usarlo en su coartada.
GENTILEZA: CLARÍN
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