Belén Blanco: "A mí me salva la imaginación”
Algunos dicen que es “rara”, ella sostiene que es “una persona más que común”. De chica, leía críticas de cine y se imaginaba las películas. Y no sospechaba que, jugando, se convertiría en actriz.
Carga con el prejuicio ajeno de ser una ‘ chica rara’ , bastante lejos de su realidad. No se maneja, ni antes ni durante la nota, mucho menos después –en ese tiempo de posibles acotaciones al margen, que va de la entrevista a la publicación-, con vanidad ni oscuridades. De buzo con capucha y a cara lavada, Belén Blanco toma café en el bar de Núñez y no se recorta del resto. Es una más. Y desde ese lugar, físico y conceptual, reconoce: “Soy una persona más que común y me gusta rodearme de gente simple. No entiendo de dónde salió esa fama”.Con casi 20 años de oficio, con herramientas pulidas y un claro límite entre su universo privado y su imagen pública, aclara que “me preocupa mucho la coherencia. Y yo he trabajado mucho conmigo en ese punto”. Tiene los ojos grandes, la mirada sostenida y un puñado de nombres, como escritos en su camino, que la pintan. Como cuando dice que siempre admiró a Bárbara Mujica, o cuando cita a Cristina Banegas entre sus maestros, o cuando elige una frase de Liv Ullman para desentrañar el secreto de su profesión: ‘No se trata, en absoluto, de una cuestión de belleza o de narcisismo, sino de revelarme, de mostrarme de tal modo que mi rostro no sea sólo un rostro. Sino el reflejo de toda mi vida’.
Después de haber grabado en España la serie La Riera –que emitía TV3- y de haber filmado en París varias escenas de Graba –la película de Sergio Mazza-, volvió a la Argentina para quedarse. “Bueno, volví porque una parte de la peli se filmaba acá y por esos días surgió la posibilidad de estar en El puntero (miércoles y domingo a las 23, por El Trece) y me encantó la idea. Es un gran programa. Uno, como actor, siempre pide tener la chance de participar en proyectos como éste, y cuando aparece hay que estar atento. Y entonces me quedé”. En la TV y en Buenos Aires.
Cuenta que “de muy chica no veía televisión. Yo nací en un pueblo, en Casbas (cerca de Trenque Lauquen), y cuando no estaba en la escuela jugaba al aire libre, corría por ahí. La calle de tierra era un lugar posible. No me recuerdo sentada con una muñeca. Sí me veo moviéndome por todos lados, inventando juegos... A mí me salva la imaginación”.
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