Un libro compromete a Wanda Nara y Maxi López
La vedette dijo frases fuertes sobre su marido. Y lo deja muy mal parado. ¿El principio del fin?
“La historia de Wanda Nara y Maximiliano López es la historia de una rubia felicidad familiar bien constituida, que se vendió –y que se haya vendido no quiere decir que no lo sea– como un tintineante cuento de hadas (…) Sin embargo, es también la consagración de un funcionamiento paramediático, el botín de oro”, lanza Seselovsky.
En el libro, el autor reproduce una entrevista que le hizo a Wanda para la revista Rolling Stone. Fue en octubre de 2009. Entre otras cosas, relata cómo conoció a su actual marido:
–A mí venían los jugadores a buscarme al teatro y yo siempre me escapaba por atrás. Yo ya venía de dos o tres historietas con jugadores de fútbol, y no quería saber más nada.
(Una amiga de Wanda, “La Cordobesa”, tenía una amiga que tenía un novio que era amigo de Maxi. Un día lo invitó a un desfile).
–Yo ya había googleado a Maxi. Rubio, cara de pelotudo, todo Armani, no me gustaba ni un poco.
–No era tu tipo.
–Odio los rubios, odio Armani. Siempre me gustaron los morochos, descontracturados, y de golpe ésta me cae con un príncipe.
–Lo viste y qué pasó.
–No, morí.
(Se fueron del desfile a la casa de Maxi, donde había mucha gente y un DJ poniendo variedades de música electrónica).
–Yo no quería ni que me vieran cerca de él, ya me veía en la tapa de Paparazzi con otro romance inventado y estaba muy paranoica con eso. Encima con un pibe con el que no había pasado nada, ni pasaría. Maxi siguió llamando y Wanda siguió sin atenderlo, aunque se tomaba la molestia de escucharle los mensajes: me quedan cinco días, me quedan cuatro días, me quedan tres, después tengo que volver a España. Vayamos a cenar. Entonces Wanda dijo bueno, me gusta el sushi.
(Y ahí Maximiliano López fue por un gesto: llamó a un restaurante sobre la avenida Del Libertador y pidió exclusividad, esto es, pidió que lo cerraran para él).
–¿Ahí arrancaron?
–No, porque yo no fui. Lo dejé de garpe.
–¿El pibe hizo cerrar un restaurante y vos no fuiste?
–Al día siguiente me llamó mi amiga para decirme que era una hija de p....., que no podía hacerle algo así a este pibe, con toda la gente esperándome y yo que nunca aparecí.
–¿Te sentiste mal?
–Hoy me pone un poco mal haberlo hecho, pero en ese momento él era un desconocido para mí. Y no me molestaba para nada haber dejado plantado a un desconocido.
(Volvieron a quedar para una cena, pero esta vez Wanda estuvo).
–Él volvió a España sin que pasara nada y empezamos a hablar por teléfono. Me llamaba, yo lo llamaba a él. De golpe hablábamos horas enteras. Yo creo que nos pusimos de novios por teléfono.
También hablaron sobre los festejos del fin de año:
–Yo le tengo prohibido a Maxi gastar plata en fuegos artificiales. Eso y prenderle fuego a los billetes es lo mismo, como quemar plata en el aire, no tiene sentido. “Hagámoslo por lo vecinos”, me decía Maxi. “¡Me chupan un huevo lo vecinos!”, le gritaba yo. Terminamos saliendo con una copa a brindar, hasta ahí.
–Sí, dispongo, qué tiene. A él lo cagan a patadas en la cancha y yo manejo el dinero. Soy muy de cuidar la plata, soy el otro costado de Maxi.
La cocina del escándalo
En otra parte de la entrevista recuerdan los inicios de Wanda en el mundo farandulero. Y las mentiras que ella creó para poder llegar.
– ¿Eras virgen cuando decías que eras virgen?
– No.
– ¿Y estuviste con Maradona cuando decían que habías estado?
– No, tampoco.
– ¿Por qué no dijiste la verdad?
– Porque la verdad no me servía. Lo de Maradona fue una avivada que me mandé yo. Una avivada total. Yo le gusté como le podían gustar quinientas minas. Vino alguien y me dijo: Wanda, hacete la b…..
– ¿Y vos?
– Yo me hice la reb…..
– ¿Cómo se cocina un escandalete de éstos?
– Es fácil: al otro día vas a almorzar al hotel donde sabés que está parando. Y alguien te presenta y nunca falta la foto y listo. Después se hace solo.
– ¿Fuiste a almorzar al hotel donde estaba Maradona?
–Sí, fui con unas amigas. Después nos fuimos a la casa de Alejo, un amigo de Diego. Ahí me puse unos boxer, yo siempre uso boxers, mi hermana también. Y alguien dijo que eran los calzoncillos de Maradona.
– ¿Vos qué hiciste?
– Lo llamé a mi papá y le dije: vas a escuchar cosas sobre mí, está todo armado, es todo mentira.
– ¿Qué te respondió tu papá?
– Si te sirve, hacelo.
– Cuando decís que te hacés la boluda…
– Quiero decir que otra chica hubiera pensado: no, es mucha exposición, van a decir que soy gato.
– ¿Qué pensaste vos que iban a decir?
– No pensé nada. Mi familia sabe bien quién soy. A mí me convenía y lo hice.
– ¿No hay consecuencias?
– Yo no pienso mucho, soy muy lanzada. Mi hermana es la que piensa todo quinientas veces. Yo me mando. Igual, nunca quise ensuciarlo a Maradona. Sabía que se iban a decir cosas, pero yo siempre lo respeté.
– ¿Qué cambió después?
– Todo cambió (…) En el primer desfile de Gente, después del quilombo con Maradona, ya me preguntaban qué me quería poner, a qué hora quería ir, si quería abrir (…) Fui la que más cobré, y ojo, que estaba Daniela Urzi, por decirte una.
– Tu invento había funcionado.
– Ajá.
– ¿Y siempre funcionan?
– La mayoría de mis escándalos estuvieron armados. Si una chica te dice que es virgen o que pasó tal cosa con tal jugador, o si aparece un video porno, yo te diría que no te lo creas. Hay mucho cartón pintado.
– ¿Los armás todos vos?
– No.
– ¿Qué pasa cuando los arman otros, cuando te los arman?
– Me fijo. Si me conviene, lo permito. Si no, abogados.
– ¿Cuál te armaron que te vino bien?
– El de mi supuesta virginidad. Estaba bueno porque no hacía falta defenestrar a nadie.
GENTILEZA: Entre Mujeres
No hay comentarios:
Publicar un comentario