Santander
La Calle porteña donde se roban más autos
10/07/11 Así lo revelan las estadísticas de las aseguradoras. Queda en Parque Chacabuco, donde los vecinos denuncian que hay muchos golpes a mano armada. Algunos sospechan de una connivencia policial. PorSergio Dima
Roxana vive a una cuadra del Parque Chacabuco, en un prolijo chalet de paredes blancas, balcón y rejas. Clarín le toca el timbre y se asoma. “El auto estaba ahí”, describe, señalando hacia un ficus ya crecido. Y enseguida empieza a enhebrar las imágenes de lo que sufrió. “Yo llegaba en mi Focus. Estaba cerrando la puerta y aparecieron cuatro pibes. Nunca llegué a verles bien las caras, pero no tendrían más de quince años . Eran apenas unos gurrumines”, cuenta.
“¡Dame las llaves vieja!”, le espetó uno de los ladrones. La mujer no sabe bien de dónde le salió tanto coraje, pero forcejeó y gritó con todas sus fuerzas. “¡Dame!”, le exigía uno de los chicos, mientras ella tironeaba para que no le sacara las llaves del auto. “Por los gritos empezó a aparecer gente y en algún momento la alarma del coche se activó y comenzó a chillar”, relata Roxana. Fue entonces que los adolescentes desistieron de llevarse el Focus y desaparecieron por un pasaje.
Lo que le pasó no fue una casualidad. La mujer vive al 1.400 de Santander, la calle porteña en la que más autos se roban , según las denuncias recibidas por las compañías aseguradoras en el primer trimestre de este año.
Según datos del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI) el robo de autos en Capital creció un 6,6% durante el primer trimestre de este año en relación a igual período de 2010. Parque Chacabuco aparece segundo en la lista de barrios porteños más golpeados , con un 10,4 % de denuncias (el primero es Retiro, con 13,2 %). Pero entre las calles, la primera es una de las que atraviesan su territorio, Santander.
Durante una recorrida de Clarín , el dato no llamó mucho la atención a ninguno de los vecinos consultados, como si la resignación hubiera matado cualquier sorpresa.
“Hay que vivir en una burbuja para no darse cuenta de que estamos en una de la zonas más peligrosas de la Capital”, dice ahora Guillermo, mientras observa en el espejo los movimientos de la tijera del peluquero sobre su pelo, en Santander al 1.200. “A diez cuadras de acá tenemos la cocina de drogas más grande del país ”, señala, en referencia a la villa 1-11-14, del Bajo Flores. El peluquero y otro vecino asienten.
Al intentar trazar un perfil del robo de autos en esta zona, fuentes de la Federal detallaron que los protagonizan adolescentes que buscan hacer dinero rápido.
Y que su objetivo final, en general, está vinculado a la compra de drogas y no al robo para desarmaderos.
Sabrina Ambrosi está entrando a su casa con un par de bolsas de supermercado, en Santander y Faraday, uno de los pasajes donde se encolumnan algunos de las chalets más coquetos del barrio. “Hace un mes le robaron el auto a un amigo que me traía a casa. Llegaron dos tipos en una moto. Uno de ellos se bajó, amartilló el arma y se llevó el coche, que después terminó apareciendo”, cuenta. Y enumera otros tres robos o intentos sobre el mismo pasaje en el que ella vive: todos, entre enero y marzo.
Otro vecino que tiene su casa por Faraday, y que prefiere no revelar su nombre, recuerda que el año pasado todo escaló a un nivel tan preocupante que hicieron marchas de reclamo . Luego, los vecinos instalaron alarmas tipo “comunitarias”. El hombre agrega: “A la vecina de enfrente ya le robaron el auto dos veces este año . Y en la casa al lado de la mía, cuatro tipos con Itakas quisieron robarle el BMW a mi vecina. Pero empezaron a sonar las alarmas y los tipos terminaron yéndose”.
Verónica Candolfi, de la asociación civil Red de Vecinos de Flores y Parque Chacabuco (FloParCh), cuenta que este año comenzaron a hacerse reuniones con el Ministerio de Seguridad de la Nación para tratar el tema de la inseguridad. “Empezamos a trabajar en un programa de mesas barriales, pero hasta ahora todo lo que se hizo no sirvió más que para emparchar la situación. Después de estas reuniones, las cosas mejoran por dos o tres días.
Pero los problemas reaparecen enseguida . Incluso hay vecinos que muchas veces no se animan a hacer las denuncias porque sospechan que hay connivencia policia l”.
En algunos de sus tramos, Santander parece haber querido anclarse en el almanaque y aferrarse al tiempo del empedrado. En esas diez cuadras que van de Curapaligüe a Moreno hay pocos comercios, un solo estacionamiento, solo casas con estilos superpuestos y algunos edificios. En uno de estos, en Santander al 1.400, Miguel –un empleado de seguridad– cuenta que en lo que va del año hubo cuatro robos a mano armada a vecinos que viven ahí. “Esto por momentos es tierra de nadie. Entre la una y las cuatro de la tarde se muere todo, como si fuera un pueblo. Y de noche es peor.
A todos les robaron el auto saliendo del garage , llegando a la esquina. Les meten un arma, los bajan del coche y se lo llevan. De los cuatro casos que hubo, dos de los autos aparecieron ”, dice el empleado.
Enfrente del edificio, en la esquina con la calle Asia, Alcira Rodríguez asegura que en la puerta de su casa ya robaron dos autos este año . “La primera vez fue a mi sobrino. Serían las once de la noche, estaba trayéndome a mi casa. Fueron cuatro o cinco chicos, todos armados. Uno me apuntó a mí, me revisó y terminó llevándose mi cartera. Y a mi sobrino le sacaron el auto, un Peugeot 307. El coche apareció intacto a los dos días, abandonado en la villa 21”, cuenta. “Y el segundo fue en marzo, al jefe de mi hijo, que estaba trayendo unas llaves –agrega Alcira–. También le cruzaron un auto, lo encañonaron y se llevaron su coche, un Fiat Siena. Ese también apareció. Los dos robos fueron bastante parecidos”.
El vecino del pasaje Faraday vuelve a acercarse a Clarín y anuncia que recuerda que hay una vecina que en su momento encabezó la protesta en el barrio y que impulsó a otros a organizarse contra la inseguridad. “Ella tenía una lista de vecinos a los que les habían robado”, anuncia. La llama desde su celular, pero en medio de la charla su cara cambia de expresión: “Me dice que se mudó hace un mes, que volvieron a robarle . No aguantó más y se fue del barrio”.
GENTILEZA: CLARÍN
“¡Dame las llaves vieja!”, le espetó uno de los ladrones. La mujer no sabe bien de dónde le salió tanto coraje, pero forcejeó y gritó con todas sus fuerzas. “¡Dame!”, le exigía uno de los chicos, mientras ella tironeaba para que no le sacara las llaves del auto. “Por los gritos empezó a aparecer gente y en algún momento la alarma del coche se activó y comenzó a chillar”, relata Roxana. Fue entonces que los adolescentes desistieron de llevarse el Focus y desaparecieron por un pasaje.
Lo que le pasó no fue una casualidad. La mujer vive al 1.400 de Santander, la calle porteña en la que más autos se roban , según las denuncias recibidas por las compañías aseguradoras en el primer trimestre de este año.
Según datos del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI) el robo de autos en Capital creció un 6,6% durante el primer trimestre de este año en relación a igual período de 2010. Parque Chacabuco aparece segundo en la lista de barrios porteños más golpeados , con un 10,4 % de denuncias (el primero es Retiro, con 13,2 %). Pero entre las calles, la primera es una de las que atraviesan su territorio, Santander.
Durante una recorrida de Clarín , el dato no llamó mucho la atención a ninguno de los vecinos consultados, como si la resignación hubiera matado cualquier sorpresa.
“Hay que vivir en una burbuja para no darse cuenta de que estamos en una de la zonas más peligrosas de la Capital”, dice ahora Guillermo, mientras observa en el espejo los movimientos de la tijera del peluquero sobre su pelo, en Santander al 1.200. “A diez cuadras de acá tenemos la cocina de drogas más grande del país ”, señala, en referencia a la villa 1-11-14, del Bajo Flores. El peluquero y otro vecino asienten.
Al intentar trazar un perfil del robo de autos en esta zona, fuentes de la Federal detallaron que los protagonizan adolescentes que buscan hacer dinero rápido.
Y que su objetivo final, en general, está vinculado a la compra de drogas y no al robo para desarmaderos.
Sabrina Ambrosi está entrando a su casa con un par de bolsas de supermercado, en Santander y Faraday, uno de los pasajes donde se encolumnan algunos de las chalets más coquetos del barrio. “Hace un mes le robaron el auto a un amigo que me traía a casa. Llegaron dos tipos en una moto. Uno de ellos se bajó, amartilló el arma y se llevó el coche, que después terminó apareciendo”, cuenta. Y enumera otros tres robos o intentos sobre el mismo pasaje en el que ella vive: todos, entre enero y marzo.
Otro vecino que tiene su casa por Faraday, y que prefiere no revelar su nombre, recuerda que el año pasado todo escaló a un nivel tan preocupante que hicieron marchas de reclamo . Luego, los vecinos instalaron alarmas tipo “comunitarias”. El hombre agrega: “A la vecina de enfrente ya le robaron el auto dos veces este año . Y en la casa al lado de la mía, cuatro tipos con Itakas quisieron robarle el BMW a mi vecina. Pero empezaron a sonar las alarmas y los tipos terminaron yéndose”.
Verónica Candolfi, de la asociación civil Red de Vecinos de Flores y Parque Chacabuco (FloParCh), cuenta que este año comenzaron a hacerse reuniones con el Ministerio de Seguridad de la Nación para tratar el tema de la inseguridad. “Empezamos a trabajar en un programa de mesas barriales, pero hasta ahora todo lo que se hizo no sirvió más que para emparchar la situación. Después de estas reuniones, las cosas mejoran por dos o tres días.
Pero los problemas reaparecen enseguida . Incluso hay vecinos que muchas veces no se animan a hacer las denuncias porque sospechan que hay connivencia policia l”.
En algunos de sus tramos, Santander parece haber querido anclarse en el almanaque y aferrarse al tiempo del empedrado. En esas diez cuadras que van de Curapaligüe a Moreno hay pocos comercios, un solo estacionamiento, solo casas con estilos superpuestos y algunos edificios. En uno de estos, en Santander al 1.400, Miguel –un empleado de seguridad– cuenta que en lo que va del año hubo cuatro robos a mano armada a vecinos que viven ahí. “Esto por momentos es tierra de nadie. Entre la una y las cuatro de la tarde se muere todo, como si fuera un pueblo. Y de noche es peor.
A todos les robaron el auto saliendo del garage , llegando a la esquina. Les meten un arma, los bajan del coche y se lo llevan. De los cuatro casos que hubo, dos de los autos aparecieron ”, dice el empleado.
Enfrente del edificio, en la esquina con la calle Asia, Alcira Rodríguez asegura que en la puerta de su casa ya robaron dos autos este año . “La primera vez fue a mi sobrino. Serían las once de la noche, estaba trayéndome a mi casa. Fueron cuatro o cinco chicos, todos armados. Uno me apuntó a mí, me revisó y terminó llevándose mi cartera. Y a mi sobrino le sacaron el auto, un Peugeot 307. El coche apareció intacto a los dos días, abandonado en la villa 21”, cuenta. “Y el segundo fue en marzo, al jefe de mi hijo, que estaba trayendo unas llaves –agrega Alcira–. También le cruzaron un auto, lo encañonaron y se llevaron su coche, un Fiat Siena. Ese también apareció. Los dos robos fueron bastante parecidos”.
El vecino del pasaje Faraday vuelve a acercarse a Clarín y anuncia que recuerda que hay una vecina que en su momento encabezó la protesta en el barrio y que impulsó a otros a organizarse contra la inseguridad. “Ella tenía una lista de vecinos a los que les habían robado”, anuncia. La llama desde su celular, pero en medio de la charla su cara cambia de expresión: “Me dice que se mudó hace un mes, que volvieron a robarle . No aguantó más y se fue del barrio”.
GENTILEZA: CLARÍN
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