Julio Chávez: "Este año creció mi popularidad"
Entrevista. Hoy termina “El puntero”. El protagonista del
unitario de El Trece analiza el éxito del programa, la repercusión de su
personaje -un puntero político, inédito en la TV- y los riesgos corridos con esa
temática en pleno año electoral. El año que viene actuará en teatro junto a
Cecilia Roth. Y no descarta volver a la pantalla en 2013.
Eligió el mismo bar de Palermo de hace cuatro años, en el que, en plena
madrugada, hablaba aferrado a la estatuilla de Oro que acababa de ganar en los
Premios Clarín Espectáculos , por su trabajo teatral en Yo soy mi
propia mujer y su composición cinematográfica en El otro . En medio
de las dos notas, descubrió la popularidad gracias a su entrañable José
Chokaklian de Tratame bien , título que Julio Chávez revalidó este año
cuando se animó a ser El puntero (miércoles a las 23, por El Trece), el
primero de la TV, en un agitado año electoral. Y si bien ahora no hay
estatuillas sobre la mesa, merecerían estarlo.
Es de mañana, lee Clarín , espera. No es de los artistas que se hacen
esperar. El llega a la cita mucho antes de lo pactado y, con un café con leche y
los últimos preparativos para viajar a los Estados Unidos -de hecho hoy está en
Nueva York-, se entrega a la charla.
Pocos días antes del final del unitario de Pol-ka -que termina esta noche-,
Chávez repasa el ciclo que debutó el 15 de mayo y en el que moldeó un personaje
atípico para la televisión argentina, con sus miserias a la vista, con su
costado más humano y su ambición más desmedida en dosis similares, con la
política como telón de fondo. Y con su alma en pena en primer plano.
Pablo Aldo Perotti, alias ‘El gitano’, tiene “una enorme cuota de
humanidad. Lo reconozco humano, posible... Es una personita que, sin ser una
mierda, puede hacer cosas de mierda. Y poder mostrarlo así, tan verosímil para
el imaginario, fue muy importante para mí. Lo que yo hice fue construir un tipo
con determinadas características, lo que no significa que así sean los punteros.
Es, vale aclararlo, una ficción. El programa nunca se sintió comprometido a
documentar la vida de los punteros. Para mí fue siempre de sumo cuidado que no
hubiera ningún ingrediente que lo pudiera asociar con alguien en
particular”.
De todos modos, el foco estuvo puesto más en su vida, que en su vida
política.
Es que eso es lo que se quiso contar. Lo que mostramos es una naturaleza
humana que va más allá de si es o no puntero. El cree que tiene una misión en la
vida y no para de cometer fallidos. Estamos frente a una persona que tiene en la
cabeza una estampita de la patria. De hecho, el rol va yendo hacia un lugar en
el que, a medida que va fracasando en sus intentos, empiezan a aparecer sus
imágenes mitológicas. O sea, ‘Ya que fracasé en la vida real, voy a hacerme
la película que yo quiero. Y ¿cuál es? La de los arquetipos’ . Y eso es lo
que a mí me conmueve. Figuritas que uno vio de chico y que forman parte de la
vida de uno. A todos nos pasa en un sentido, y en eso va la búsqueda de la
identidad. Perotti se creyó la del caudillo... Abajo de su cáscara apareció
finalmente la estampita de Billiken . Ni siquiera la corrupción
empalideció el sueño del gaucho o la figurita de San Martín.
Chávez es un entrevistado ideal para ser desgrabado. No se va por las ramas,
sabe a qué baldosa quiere llegar y, en el camino, como quien juega a la rayuela,
va de una en una, con algún recurso narrativo mediante. Metáforas, o juego de
palabras, o figuras, o refranes. Colorea la charla, en un sentido. Como cuando
cuenta que “el día que me ofrecieron El puntero , mi cámara interna de
diputados entró en sesión: un diputado se levantó y dijo ‘Pero, ¿y si
perdemos lo logrado en Tratame bien ?’. Porque cuando alguien tiene
algo también debe mantenerlo. Digo, ‘Me compré un terrenito, sí, muy lindo,
pero tengo que pagar facturas’.
Y, aquí, ¿cuál sería el costo? Cuando apareció El puntero , mi temor
era ‘Ay Dios mío, si no funciona voy a haber bajado de algo que había logrado
y es haber hecho un programa de ficción de mucha calidad, que funcionó muy bien
y que a mí me ubicó en un lugar de popularidad más elevado’.
Bueno, pero hay lugares de los que ya no se baja...
Lo comprobé. De hecho, este año creció mi popularidad. Y lo que más me gusta
es que me llaman por el rol. Antes era Chokaklian, ahora soy Perotti... aunque
para algunos soy Hugo Chávez.
Tiene humor, Chávez, Julio Chávez.
¿Qué le contestaron sus pares a tu diputado interno? Que votáramos. Votamos y
salió que íbamos a correr los riesgos. Porque el programa venía con muchos más
riesgos que perder o no cierta popularidad ganada con Tratame...
Y a punto de terminar el programa creo que se duplicó la fortuna. Y no con
una misma comida, sino en el interior de un oficio que lo ejecuto y transito
ideológicamente como yo creo y donde yo creo que debo hacerlo... Un lugar que me
permite articular diferentes pensamientos y expresiones, que me permite no
repetir.
Con más de 30 años de oficio, vos siempre fuiste más reconocido que conocido.
Si “Tratame bien” marcó el cambio, ¿”El puntero” es la confirmación de que el
prestigio y la popularidad no se restan? Absolutamente.
Tratame...
fue una propuesta que artísticamente me gustaba mucho, por eso acepté. Y
luego me habilitó algo que no busqué y que venía junto con el paquete. No dije
‘Bueno, ahora quiero ser popular’...
No hago nada pensando en conseguir tal o cual cosa. Y hoy puedo decir que me
siento con mucha más estructura para poder establecer un buen matrimonio con la
televisión. Tal vez haga algo en 2013.
En ese romance que ha intensificado en estos dos años, Chávez cierra hoy otra
etapa. Y comparte que el ciclo dirigido por Daniel Barone, escrito por Mario
Segade y coprotagonizado por Rodrigo de la Serna, Gabriela Toscano y Luis Luque
“tiene un final del que me siento muy orgulloso, más allá del contenido. Me
permitió hacer gala de este oficio. Me temblaban las piernas cuando lo grabamos.
Es de un acto expresivo y de un arrojo...”. Confesiones de un maestro que enseña
aun sin dar clases.
GENTILEZA: CLARÍN
Es de mañana, lee Clarín , espera. No es de los artistas que se hacen esperar. El llega a la cita mucho antes de lo pactado y, con un café con leche y los últimos preparativos para viajar a los Estados Unidos -de hecho hoy está en Nueva York-, se entrega a la charla.
Pocos días antes del final del unitario de Pol-ka -que termina esta noche-, Chávez repasa el ciclo que debutó el 15 de mayo y en el que moldeó un personaje atípico para la televisión argentina, con sus miserias a la vista, con su costado más humano y su ambición más desmedida en dosis similares, con la política como telón de fondo. Y con su alma en pena en primer plano.
Pablo Aldo Perotti, alias ‘El gitano’, tiene “una enorme cuota de humanidad. Lo reconozco humano, posible... Es una personita que, sin ser una mierda, puede hacer cosas de mierda. Y poder mostrarlo así, tan verosímil para el imaginario, fue muy importante para mí. Lo que yo hice fue construir un tipo con determinadas características, lo que no significa que así sean los punteros. Es, vale aclararlo, una ficción. El programa nunca se sintió comprometido a documentar la vida de los punteros. Para mí fue siempre de sumo cuidado que no hubiera ningún ingrediente que lo pudiera asociar con alguien en particular”.
De todos modos, el foco estuvo puesto más en su vida, que en su vida política.
Es que eso es lo que se quiso contar. Lo que mostramos es una naturaleza humana que va más allá de si es o no puntero. El cree que tiene una misión en la vida y no para de cometer fallidos. Estamos frente a una persona que tiene en la cabeza una estampita de la patria. De hecho, el rol va yendo hacia un lugar en el que, a medida que va fracasando en sus intentos, empiezan a aparecer sus imágenes mitológicas. O sea, ‘Ya que fracasé en la vida real, voy a hacerme la película que yo quiero. Y ¿cuál es? La de los arquetipos’ . Y eso es lo que a mí me conmueve. Figuritas que uno vio de chico y que forman parte de la vida de uno. A todos nos pasa en un sentido, y en eso va la búsqueda de la identidad. Perotti se creyó la del caudillo... Abajo de su cáscara apareció finalmente la estampita de Billiken . Ni siquiera la corrupción empalideció el sueño del gaucho o la figurita de San Martín.
Chávez es un entrevistado ideal para ser desgrabado. No se va por las ramas, sabe a qué baldosa quiere llegar y, en el camino, como quien juega a la rayuela, va de una en una, con algún recurso narrativo mediante. Metáforas, o juego de palabras, o figuras, o refranes. Colorea la charla, en un sentido. Como cuando cuenta que “el día que me ofrecieron El puntero , mi cámara interna de diputados entró en sesión: un diputado se levantó y dijo ‘Pero, ¿y si perdemos lo logrado en Tratame bien ?’. Porque cuando alguien tiene algo también debe mantenerlo. Digo, ‘Me compré un terrenito, sí, muy lindo, pero tengo que pagar facturas’.
Y, aquí, ¿cuál sería el costo? Cuando apareció El puntero , mi temor era ‘Ay Dios mío, si no funciona voy a haber bajado de algo que había logrado y es haber hecho un programa de ficción de mucha calidad, que funcionó muy bien y que a mí me ubicó en un lugar de popularidad más elevado’.
Bueno, pero hay lugares de los que ya no se baja...
Lo comprobé. De hecho, este año creció mi popularidad. Y lo que más me gusta es que me llaman por el rol. Antes era Chokaklian, ahora soy Perotti... aunque para algunos soy Hugo Chávez.
Tiene humor, Chávez, Julio Chávez.
¿Qué le contestaron sus pares a tu diputado interno? Que votáramos. Votamos y salió que íbamos a correr los riesgos. Porque el programa venía con muchos más riesgos que perder o no cierta popularidad ganada con Tratame...
Y a punto de terminar el programa creo que se duplicó la fortuna. Y no con una misma comida, sino en el interior de un oficio que lo ejecuto y transito ideológicamente como yo creo y donde yo creo que debo hacerlo... Un lugar que me permite articular diferentes pensamientos y expresiones, que me permite no repetir.
Con más de 30 años de oficio, vos siempre fuiste más reconocido que conocido. Si “Tratame bien” marcó el cambio, ¿”El puntero” es la confirmación de que el prestigio y la popularidad no se restan? Absolutamente.
Tratame...
fue una propuesta que artísticamente me gustaba mucho, por eso acepté. Y luego me habilitó algo que no busqué y que venía junto con el paquete. No dije ‘Bueno, ahora quiero ser popular’...
No hago nada pensando en conseguir tal o cual cosa. Y hoy puedo decir que me siento con mucha más estructura para poder establecer un buen matrimonio con la televisión. Tal vez haga algo en 2013.
En ese romance que ha intensificado en estos dos años, Chávez cierra hoy otra etapa. Y comparte que el ciclo dirigido por Daniel Barone, escrito por Mario Segade y coprotagonizado por Rodrigo de la Serna, Gabriela Toscano y Luis Luque “tiene un final del que me siento muy orgulloso, más allá del contenido. Me permitió hacer gala de este oficio. Me temblaban las piernas cuando lo grabamos. Es de un acto expresivo y de un arrojo...”. Confesiones de un maestro que enseña aun sin dar clases.
GENTILEZA: CLARÍN
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